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lunes, 14 de noviembre de 2016

Megan Maxwell y el capítulo 26 de su relato erótico para Woman's Day

Raquel empieza a sufrir en primera persona las consecuencias de la fama y hasta en su redacción siente la presión de los medios.

(Resumen del capítulo anterior: Raquel no da crédito cuando se entera que una misteriosa periodista se ha colado en casa de su madre para entrevistarla haciéndose pasar por una amiga suya. Para colmo, Gloria, la representante de Manu no para de meterse por medio de los dos tortolitos).

Las horas pasan y parece que Manu y yo nos relajamos tras recoger a Flash de casa de mi madre y llevarlo a mi casa. Allí hablamos, nos besamos y cuando Concha, su representante, le llama para recordarle el evento que esta noche tiene en Las Rozas, me da un beso y se marcha a su casa para cambiarse, prometiendo pasar a recogerme en tres horas.
Una vez se va, me doy una ducha y una vez salgo de ella, abro mi armario y durante una hora observo los dos vestidos elegantes que tengo. Uno rojo y otro negro.
Me los pruebo y al final me decanto por el negro. Como siempre he escuchado, el color negro es elegante y con rojo llamativo, y la verdad, lo que menos quiero es llamar la atención.
Con paciencia me recojo el pelo en una especia de moño despeinado y una vez acabo, sonrío. ¡Me ha quedado de lujo!
Acabo de maquillarme, me pongo el vestido y ¡tachánnnn! Cuando me miro al espejo me siento bien. Como diría mi madre si me viera: "Hija cuánto ganas cuando te arreglas".
Sonriendo estoy, cuando Flash se acerca y yo rápidamente lo alejo mientras digo.
- No se te ocurra babearme, ni plantarme tus patazas que te conozco.
El portero automático de mi casa suena y al contestar la voz de Manu dice.
- Cuando quieras.
Cojo mi bolsito de mano, me miro al espejo y antes de salir miró a Flash y digo.
- Pórtate bien.
Flash me mira. Sé que está deseoso de babosearme, pero no se lo puedo permitir. En mi bonito vestido no pueden ir ni babas, ni pelo, ni huellas de animal.
Una vez salgo del ascensor maldigo. En la puerta del portal hay un par de fotógrafos y consciente de que he de salir, tomo aire y lo hago.
Tropecientos flashes se ven a mi alrededor y mis vecinos alucinan ¡joder qué vergüenza!
Por suerte Manu coge mi mano y a toda leche me mete en el coche. Una vez estamos los dos dentro y el chofer arranca, me besa y sonriendo dice.
- Estás preciosa.
- Gracias —sonrío todavía noquedada por tanta foto.
Llegamos a Las Rozas y cuando para el vehículo y veo otra vez periodistas esperando en la entrada del local, Manu me dice cuando Concha, la representante de aquel se acerca a nosotros.
- Tranquila. Tú solo sonríe.
Con la mejor de mis sonrisas salgo del vehículo y me agarro a la mano de aquel que me la aprieta con fuerza. Los periodistas nos rodean y muchos me saludan sonrientes mientras los encargados del evento, nos indican dónde parar para contestar a las preguntas y dónde ponernos para el photocall.
¿Qué tengo pasar por el photocall?
Ay Dios ¡que me da!
A mí todo esto me viene grande. Hasta hace media hora estaba en el lugar donde mis compañeros de la prensa se pisan en busca de buen material, y ahora estoy en la parte donde he de posar.
Por primera vez me doy cuenta de lo profesional y sensual que es la Pataky y más si recuerdo su tradicional posado mostrándonos la espalda.
¡Ay con lo que la he criticado, y yo soy incapaz de sonreír sin parecer medio lela!
Acabadas las fotos del photocall, Manu sin soltarme camina hasta donde los periodistas buscan la noticia. Allí nos acribillan a preguntas sobre nuestra relación, mientras Concha nos observa. Yo me dedico a sonreír y a pedir a mis compañeros ¡piedad! Pero nada… ¡pasan de mí!
Una, dos, tres, veinte preguntas que Manu responde y al final cansada de sentirme como una mujer florero, voy a abrir la boca cuando Concha da por finalizadas las preguntas.
De la mano de Manu entro en el local y nos dirigimos a la barra para tomar algo. Estamos sedientos. Una vez allí tras pedir, varios actores españoles se acercan a Manu y este me presenta. Bueno…bueno…. Bueno… ¿Quién me iba a decir a mi que iba a estar yo allí riendo entre aquellos?
Incrédula, observo y escucho las conversaciones mientras sigue llegando gente al local. Actrices, actores, políticos, futbolistas, empresarios. El local se va llenando de gente a la que yo he perseguido, cuando veo a un futbolista muy famoso besándose con una actriz. ¡Ostras que notición!
Conseguir una foto de aquellos dos juntos y besándose podría ser la leche e incapaz de quedarme calladita pregunto a Manu.
- ¿Entre Niusa y Perdi hay algo?
Manu mira en la dirección donde señalo y encogiéndose de hombres responde.
- Ni lo sé. Ni me importa.
- Hijo… ¡qué borde!
Manu al escucharme sonríe.
- Olvídate de tu faceta de periodista, ahora estás al otro lado.
Tiene razón. Lo beso e intento disfrutar del momento.
Pero Perdi y Niusa se ponen a nuestro lado y me lo ponen a huevo. Y al final sin que nadie se dé cuenta, les grabo un vídeo en el que salen besándose.
Madre mía… madre mía… ¡qué notición! Y la primicia la tengo yo.
Acalorada estoy por lo que sé que tengo entre manos cuando Concha me quita el teléfono y sisea.
- Como se te ocurra utilizarlo, vas a tener un problema muy serio conmigo.
- Pero qué dices —gruño molesta—. Dame el teléfono ahora mismo.
Aquella me mira cuando Manu dice.
- Concha, tranquilízate y devuélvele el teléfono.
- No me gusta su jueguecito.
- ¿De qué hablas? —pregunta Manu.
La bruja nos enseña mi móvil y cuchichea con disimulo para que nadie le escuche.
- Que te enseñe lo que ha grabado.
¡Mecagoensupadreensumadreyhastaensuprimoeldelpueblo!
Molesta por la pillada, voy a decir algo cuando Manu mirándola insiste.
- Devuélvele el teléfono.
El gesto de aquella se agría más y tras dármelo gruñe.
- Tú mismo. Pero recuerda, el problema te lo vas a comer tú solito.
Una vez aquella se aleja, voy a protestar cuando Manu mirándome dice.
- ¿Me enseñas lo que tienes en tu teléfono?
Ay… Ay… Ay…. No puedorrrrrr y al ver mi gesto apurado susurra.
- ¡No me lo puedo creer!
Y cogiéndome de la mano, me lleva hasta las cocinas y una vez estamos en un lugar donde nadie nos ve, acerca su rostro al mío y sisea.
- Estás aquí como mi chica, como mi amante, como mi amiga. No estás aquí como periodista ¿Qué no has entendido de las reglas del juego?
- Manu, yo…
- Solo dime una cosa ¿es cierto lo que Concha dice?
Uf…. Qué apuro me da la pregunta, pero más apuro me da mentirlo y finalmente afirmó.
- Sí.
Según digo el sí, Manu comienza a soltar improperios por su boca y por supuesto, y a pesar de mi error, yo lo sigo. No voy a ser menos.
…Continuará

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