(Resumen
del tercer capítulo: Raquel vuelve a casa tras entrevistar a Manu pero
no se le quita de la cabeza. Incluso fantasea sexualmente con él. La
periodista continúa con su trabajo y queda con Pedro, un fotógrafo, para
cubrir un evento con famosos).
Cuando llego al metro de Callao, Pedro, el fotógrafo ya me está esperando.
Entre
risas vamos al Starbucks y después, con algo fresquito en nuestras
manos, tomamos posiciones en el sitio reservado para la prensa en el
lateral de la sala de fiestas donde se realizará el evento. Minutos
después compañeros de otros medios comienzan a posicionarse junto a
nosotros y al final, como siempre, parecemos sardinas en lata.
El
tiempo pasa y la gente que pasa por allí comienza a agolparse detrás de
nosotros atraídos por los focos y la música. Y aunque los seguratas del
evento intentan contenerlos para que no interfieran en nuestro trabajo
es imposible.
¡Comienzan los empujones!
Llegan los primeros famosos y Pedro mirándome dice:
-Preciosa… comienza el baile.
Yo
sonrío. A Pedro lo conozco poco pero es un amor de chico y, mientras él
hace fotos, yo con mi grabadora pregunto a los invitados y algunos
contestan. Hay de todo. Famosos encantadores y otros petardos que se
creen descendientes del Cid Campeador.
Entrevistando
estoy a uno cuando de pronto un chillido general me hace saber que
alguien importante ha llegado y, cuando miro, veo a Manuel con un
impresionante smoking negro, junto a la guapita que estaba en su casa.
La gente se vuelve loca, ¡lo adoran! Yo decido darme la vuelta y
desaparecer hasta que pase. No quiero ni verlo, ni entrevistarlo.
Intento
moverme pero la gente enloquecida comienza a empujar y me veo
aprisionada contra la valla. "¡Joder, me la estoy clavando en la
espalda!".
Mi
compañero, al ver mi gesto dolorido, olvidándose de su trabajo comienza a
empujar. Quiere ayudarme. Quiere quitarme a la gente de encima cuando
de pronto siento cómo alguien me coge por las axilas, me levanta y me
deja en el suelo. "Uf…puedo respirar".
Los
seguratas del evento contiene la avalancha y yo, mirando a Pedro, le
hago saber que estoy bien, que no se preocupe, pero, al darme la vuelta,
mis ojos y los de Manuel chocan y éste con gesto serio dice:
-¿Estás loca? ¿Cómo te metes ahí?
Boqueando como un pececillo lo miro, mientras la seguridad pone orden a la gente que grita a nuestro alrededor.
"¿Él me ha sacado de allí? No sé que decirle".
Solo
quiero respirar, cuando mi compi Pedro, desde el otro lado de la valla,
ya menos congestionada me coge del brazo y pregunta preocupado:
-¿Estás bien preciosa?
Como puedo asiento todavía con el susto en el cuerpo, cuando escucho a Manuel decir de no muy buenos modales:
-Sí. La preciosa está bien ¿Cómo permites que le ocurra algo así? ¿Quién coño eres tú?
Pero buenooooooooooooo…
Pero buenooooooooooooo…
Pedro
me mira. Yo lo miro. Y recuperando mis fuerzas y con toda mi mala
leche, me zafo de la mano de Manuel y, mientras me subo a la valla con
agilidad para pasarme de nuevo al otro lado, pregunto en plan malota:
-¿Y quién narices eres tú para hablarle a Pedro así?
La
gente nos mira. Los compañeros de prensa flipan. Los seguratas, no dan
crédito. Pedro alucina. Manu pestañea. Su acompañante sonríe por no
llorar y yo, ya desde el otro lado de la valla y antes de que aquel
listillo diga algo más, siseo:
-Mira
guapito, muchas gracias por tu ayuda, pero tengo que decirte que no
todos nos ganamos la vida por tener una bonita cara. Otros trabajamos
desde este lado de la valla y ahora, si no te importa, llega Mario Casas
y lo quiero entrevistar. Tú no me interesas.
Todos
vuelven a flipar. Madre mía, el alien que sale de mi cuando me enfado.
Manu no dice más. Simplemente vuelve a instalar su sonrisa en los
labios, coge a la guapita del brazo y obviándome le oigo que dice con
toda su mala leche.
-Entremos en la fiesta cielo. Al parecer, según esta periodista, ya hice mi buena obra del día.
Dios… ¡Diossssssssss!
¡A qué le tiro la grabadora a la cabeza!
Me
contengo. No quiero salir en la prensa por haber agredido al guapito de
moda. Todos me miran. Pedro me mira. Imagino que pasaran mil cosas por
sus cabezas y, cuando veo que mi compi va a decir algo, lo miro y siseo:
-Mejor no preguntes. Te lo agradeceré.
Pedro asiente y, cuando Mario Casas pasa por mi lado, me lanzo a preguntarle. Estoy allí para trabajar, no para hacer amigos.
…Continuará
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