La impulsiva Catriona Parkes-Wilson debía recuperar un olvidado recuerdo de familia. Si eso significaba entrar por la fuerza en la mansión en la que había crecido, así lo haría. Sin embargo, jamás hubiera pensado que la descubriría el nuevo dueño de la casa, Alejandro Martínez, ni que él la obligaría a hacerse pasar por su pareja para la fiesta de aquella noche.
El deseo se apoderó del apasionado Alejandro en el momento en el que vio a Kitty. El temerario abandono de ella despertó en él la una necesidad animal para reclamarla como algo propio. Por ello, cuando una invitada pensó que Kitty era su prometida, Alejandro decidió aprovecharse al máximo y dar rienda suelta a la pasión que ardía entre ambos...
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