Jennifer Norton pidió a la agencia que su acompañante fuera alto, guapo y moreno. Y lo fue. Sólo que Steven Leary no trabajaba en realidad de acompañante, sino que lo había hecho para sacar de un apuro a un amigo. En la vida real… ¡era millonario!
Habitualmente, a Jennifer la horrorizaban los actos sociales del mundo de los negocios, pero con el carisma de Steven disfrutó de cada momento hasta que descubrió su verdadera identidad. ¡Entonces, se puso furiosa! Pero, por razones profesionales, la beneficiaba conservar la apariencia de que existía una relación emocional entre los dos. Y, por razones particulares, se sintió secretamente complacida de continuar adelante con la farsa…
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