En siglos pasados, las mujeres de cierta edad se suponían debían estar casadas, si no, la sociedad comenzaba a buscar razones del porqué. Frígida. Fea. Díficil. Sin suficientes cabras en su dote.
La triste situación es que, en la sociedad actual, las cosas no han cambiado tanto. Excepto tal vez la parte de la cabra, bueno, eso dependiendo de en qué parte del globo terráqueo resida.
Conoce a Tess Warner: inteligente, independiente, excelente trabajo, grandes amigos, vida plena… crónicamente soltera. No es que esté obsesionada con encontrar su más uno, pero tampoco lo está descartando. Ella vive su vida como le parece, abierta a lo que se le presenta. Poco sabía que una petición al azar de un antiguo compañero de clase estaba por venir, una solicitud que la pondría en el camino con alguien de su pasado. No el pasado de él, porque él no tiene idea de que ella existiera, no en ese entonces ni ahora. Su pasado termina siendo más de lo que Tess había negociado, por lo que no le cuestionó ningún código ético de equipaje, así como todo lo que ella pensó que era nuevo sobre el amor y dejarlo ir.
Esta es una historia de una mujer, de antes y ahora. Desventuras sexuales, vergüenzas, logros, diferentes niveles de autoestima y tallas de pantalón. Una mirada humorística a la situación de una mujer moderna que atraviesa el campo minado de ranas. Y tal vez, solo tal vez, colisionando con el legendario “indicado”.
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