- Knowing His Secret (Year of the Billionaire, #1)
Él parecía ser el tipo de hombre que incluso mi madre llamaría ardiente. Eventualmente, lo hizo.
Lucía como la clase de hombre que no sólo rompía las reglas, sino que hacía otras propias. Lideraba y era seguido… o salías de su camino.
¿Por qué un millonario con una voz de seda líquida y un rostro de ángel malvado le daría una segunda mirada a una chica con pantalones corrientes, con un corte de cabello de quince dólares y un coche desvencijado que ella llamaba “Eep” porque la ‘J’ se cayó hace mucho tiempo?
No quería saber el motivo y cuando pensé que lo entendía no quería admitirlo. En el momento en que descubrí su secreto, ya era muy tarde. Su pasión era tan adictiva como una droga. Tampoco perjudicó que salvara del peligro a la gente que quiero. Una mujer puede acostumbrarse a un caballero de brillante armadura, incluso cuando dicha armadura tiene grandes abolladuras en ella.
- Taking His Risk (Year of the Billionaire, #2)
Estaba a toda velocidad a través del mar con rumbo desconocido. Había traído un pasaporte y nada más. Él parecía decidido a renovar todo en mi vida. Él me reveló, quitando capa tras capa hasta que lo único que quedaba era mi núcleo íntimo. Sin embargo, casi no lo conocía.
Loco es una buena palabra para el tipo de incertidumbre que viene con un hombre como Tristan King. Nunca supe lo que traería el día, pero me puse a esperar sorpresas. Ese fue el problema más grande. Manejar mis expectativas con un hombre que me había dicho que no podía tener ninguna.
Para una chica normal, enamorarse de un hombre como él era un gran riesgo. ¿Era realmente posible amar a un día a la vez?
- Keeping His Promise (Year of the Billionaire, #3)
Sólo llevar un millón de dólares es agotador. Pagar el rescate de mi madre era un alivio, pero tuve mucho tiempo para pensar en Tristan en ese viaje en ferry. Él era más de lo que me había atrevido a esperar y menos de lo que merecía.
Subestimé su poder y no le di suficiente crédito para la determinación. Él me tenía en su avión nuevo, volando alto y deseandolo. Las consecuencias pueden ser malditas.
¿Quién podría estar preparada para lo que él tenía que decir? No iba a detenerlo de la promesa que tenía la intención de cumplir. Cuando abrió la pesada puerta de su corazón los dos sabíamos que iba a cambiar lo que teníamos. El problema es que todavía no tengo una palabra para lo que es que tuvimos.
Nuestros cuerpos tienden a hablar. A veces, me pareció que no había mucho que decir.
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