No quiero tocarlo.
En serio, en serio que no.
Él es presumido, grosero, y el dueño de mi paciente, lo cual lo deja completamente fuera de los límites.
Síp, eso es. Él es el dueño de la salchicha que actualmente estoy cuidando.
Un perro salchicha —saquen su sucia mente de la canaleta.
Además he trabajado con su Spoodle, su Cocker-shitzu, y un Cheagle —no pregunten. (Y no, no es una posición sexual).
No ayuda que además represente a la mayoría de la pequeña clientela de mi co-propiedad de práctica veterinaria.
Acabábamos de abrir las puertas hace unos meses, y él entró a zancadas con un Taco Terrier chillando. Con una mirada arrogante a nuestras nuevas instalaciones brillantes, él había demandado tratamiento real, a pesar de que en ese momento yo estaba toqueteando profundamente a un gato chillón.