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martes, 9 de agosto de 2016

EL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS, ELIZABETH EULBERG

Yo, Penny Lane Bloom, juro solemnemente no volver a salir con ningún chico en lo que queda de vida. De acuerdo, quizá cambie de opinión dentro de unos diez años, cuando ya no viva en Parkview, Illinois (EE UU), ni asista al instituto McKinley; pero, por el momento, he acabado con los chicos. Son unos mentirosos y unos estafadores. La escoria de la Tierra. Sí, desde el primero hasta el último. La maldad personificada.
Algunos parecen agradables, claro; pero en cuanto consiguen lo que buscan, se deshacen de ti y pasan al objetivo siguiente. 
Así que he terminado. 
No más chicos.
Puntos final.



MUCHO MAS QUE UN CLUB DE CHICAS
Yo, Penny Lane Bloom, estoy saliendo con alguien.
Exacto. La chica que fundó el Club de los Corazones Solitarios y juró no volver a quedar con chicos durante el resto de su vida tiene novio.
Y, no, las ranas no han criado pelo y no me he vuelto loca.
Ahora tengo el novio que merezco. Es amable, inteligente y divertido. ¡Ah! Se me olvidaba comentar que es un pibón.
Aunque, claro, siempre hay un pero…
Para nada quiero convertirme en una chica de esas. Ya sabes a cuáles me refiero: esas que dejan tiradas a sus amigas en el instante mismo que se echan novio.
He hecho un juramento: jamás seré así.
No puede ser tan difícil…».
Cuando Penny Lane creó el Club de los Corazones Solitarios con un solo miembro: ella, no podía imaginar que iba a convertirse en algo tan grande, que contaría con más de treinta socias que la apoyarían en todo lo que hiciera, y tampoco que podría llegar a cruzar las fronteras del instituto, y tal
vez del estado. Pero lo que tampoco imaginaba es que iba a encontrar al mejor chico del mundo: inteligente, cariñoso, comprensivo y… súper mono

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